Un finde en Madrid


¿Cómo no me va a dar pena irme de Madrid si es una ciudad maravillosa???!!!. Este finde se suponía que iba a ser tranquilo pero... se complicó.


El viernes fui por la noche a una terracita de verano muuuuy pija, Serrano 41, que obviamente están en la calle Serrano número 41, vamos que se escoñaron al ponerle el nombre!. Gracias a una amiga estábamos en la lista así que pasamos sin pagar y encima con una copa gratis.

Esto de las "listas" tiene su punto porque da mucho nivel Maribel... pero lo mejor es lo de no pagar que mi microeconomia anda un tanto precaria y después de haberme comprado el colchón y sus patas, pues veo la vida de otra manera.

La terraza era curiosa y tengo que admitir que está a años luz de las de Canarias, porque claro, aquí está entre dos edificios enormes, y además uno de ellos estaba en obras asi que en lugar de ver un cielo estrellado y plameras pues veías una grúa sobre tu cabeza... Pero luego ponen unas macetas de bambú, unos minibudas y unos sillones blancos y ya está el ambiente playero montado.


Lo espectacular es el pijerío que había, niñas monísimas con unos tacones de infarto y muuuchos buitres negros que como diría Isa, estaban emborrachando al cocodrilo!! ;) qué pereza de postureo... Patri, Marga y yo alucinábamos!!!


El sábado cambié de aires y fui a un estilo totalmente opuesto. Había quedado en Gran Vía para ir a cenar a un sitio que se llama Public, que mis cuerpos me habían enseñado la semana anterior. Después estuve por Chueca tomando unos minis y al final acabé en el Morocco que es una discoteca cuya dueña es Alaska, así que la música es ochentera y hay gente de lo más variopinta.


Cuando salí del metro en Gran Vía oía música que parecía ser en directo. La canción ya me revolvió bastante porque era la de Nena Daconte, "Tenía tanto que darte", y que me recuerda a los 3 meses de locura y risas con mis compis CNV. Resulta que en el edificio de Telefónica estaban haciendo en directo un concierto Nena Daconte, Melocos y 84, y habían plantado unas pantallas gigantes en la calle para que todo el mundo lo viese.


Me quedé medio atontada y sé que puede sonar ridículo pero tenía una mezcla de sensaciones, como si redescubriese Madrid. Ahí estaba sorteando las obras de la calle (porque está todo patas arriba) y mirando embaucada las pantallas, dándome cuenta que Madrid es una maravilla, una ciudad llena de actividades y estímulos para los sentidos.

Este momento zen también lo experimenté hace casi un año, el 31 de agosto, cuando no había nadie en Madrid para quedar y me sentía bastante triste, así que decidí quedar conmigo misma, me arreglé, me fui al Caixa Forum a ver una exposición de Alphonse Mucha y me compré un poster. Después me tomé un chocolate helado en una terraza al lado de Neptuno y me fui andando hasta Goya, admirando lo bonita que era mi ciudad, casi como si fuese una turista que ve por primera vez las calles y edificios. El resultado de esa tarde fue bastante positivo ya que me permitió entrar en contacto conmigo y ver que tenía más fuerza dentro de mi de lo que pensaba. Además después de haber pasado 5 años en Segovia, me encantaba la idea de volver a estar en mi Madrid y reencontrarme con la ciudad.


Y ahora, que ha pasado un año y con lo que me ha costado volver a Madrid, tengo que hacer de nuevo las maletas y como un caracol con la casa a cuestas, volver a irme...







12 de Julio de 2009